Autoliderazgo: decisión para la acción (parte II)

Autoliderazgo: decisión para la acción (parte II)

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¿De dónde surge la decisión y esta acción que buscamos generar y que no aparece?

Cuando no sabemos qué rumbo tomar y nos bloqueamos, lo más probable es que estamos postergando la toma de alguna decisión.

La acción surge de una decisión. Hasta para levantarnos de una silla o para agarrar un vaso y beber agua necesitamos decidir una acción. Una decisión puede ocurrir de manera casi automática, como en el caso de levantarse de una silla, o puede requerirnos mucho esfuerzo.

En el primer post hablé de bloqueo y movimiento útil. En este segundo post sobre autoliderazgo te invito a explorar más profundamente en la fuente de este movimiento: la acción.

  1. La acción

Si no pones acción, no va a ocurrir nada. El cambio requiere que te pongas en juego. Una acción, por pequeña que sea, sirve para romper la inmovilidad. La acción moviliza la confianza y las ganas necesarias para que puedas seguir actuando.

Si quieres salir de un estancamiento, define una pequeña acción y comprométete a realizarla: llama a ese posible cliente o a esa persona que te puede dar datos y contactos, busca esa información que necesitas para avanzar en tu proyecto, o bien haz algo nuevo en tu vida personal, cualquier cosa que te ponga en acción. Recuerda que cada área de tu vida afecta a las otras, así que un movimiento en cualquier ámbito mueve los demás ámbitos.

El beneficio de tomar una acción, aunque imperfecta.

Planificar y ponerse objetivos está muy bien pero no funciona para todo el mundo. Si marcar objetivos y avanzar sistemáticamente para cumplirlos no es lo tuyo, puedes focalizar algo a muy corto plazo. Busca el ámbito que mejor funcione para ti y define una acción suficientemente sencilla y que puedas empezar en cuestión de días.

Plantéatelo como una investigación, un sondeo. Acércate a esa acción como si fuera un ensayo. Te liberarás del juicio y podrás aceptar despistes y errores como lo que son, aprendizajes que te acerca a la meta.

La acción en el tiempo

Los seres humanos tenemos una capacidad muy limitada de anticipar las expectativas y gustos que tendremos en el futuro. Dan Gilbert lo explicó de manera muy amena en una conferencia Ted de hace año y medio: todos caminamos por el mundo con una ilusión, nuestra historia personal. Cada día pensamos que ya somos la persona que estamos destinados a ser y que permaneceremos así para siempre. Sin embargo, cada vez que paramos para mirar atrás nos damos cuenta de lo mucho que cambiamos, constantemente.

Ese momento que vives ahora es “el” momento más apropiado para crear lo que quieres, ese “mañana” en que te gustaría vivir. Tú decides hacia dónde avanzar. Y si quieres aplazar una acción, hazlo conscientemente y no por simple desidia, porque cuánto más tiempo dejas pasar entre la idea y su puesta en práctica, más dudas, impedimentos y fantasmas van a surgir.

Las cosas cambian de todas formas, más vale que seas tú a conducir.

¿Y si no logro decidir?

La decisión de poner acción es un impulso que genera movimiento. Si no prestas atención a este impulso y te pierdes en el círculo vicioso de la mente que va a la búsqueda de la solución perfecta, terminas por apagarlo. Así es como vas alimentando aquello que te está atascando.

Hay muchas formas de evitar decidir:  por ejemplo, descargando en otras personas la responsabilidad de tomar la decisión y hacer el primer paso, o bien buscando una solución racional a un asunto que surge de las emociones y que requiere que nos pongamos en juego personalmente. Sea como fuere, aquello que impide la acción, alimenta el bloqueo. No es la dificultad de la decisión en sí la que nos atasca, sino cómo la percibimos.

Cualquier cambio es un proceso en el que tenemos que aguantar una sensación de incomodidad hasta encontrar una nueva comodidad. Cada vez que has aprendido algo nuevo, por ejemplo a conducir un automóvil, manejar una nueva aplicación informática, bailar o hablar un nuevo un idioma, has cometido errores y has sentido incomodidad o quizá también vergüenza. Sin embargo, has aguantado la incomodidad y has terminado desarrollando la habilidad hasta adquirir un grado de destreza. Has asumido el proceso de aprendizaje, con determinación y sin renunciar.

Asume el proceso del cambio y pon tu capacidad de aguante a trabajar a tu favor: en vez de tolerar el estancamiento, tolera una acción imperfecta. A un primer paso inseguro seguirá otro, y otro, cada vez más precisos y acertados en el camino hacia tu meta.

Si te interesa saber cómo salir de un estado de estancamiento, escríbeme y solicita una sesión estratégica gratuita de activación de recursos internos.

 

Esta entrada tiene un comentario

  1. David Quesada

    Efectivamente Paola, hay que dar el paso de soñador a actor. Me quedo sobretodo con «el beneficio de tomar una acción, aunque imperfecta». Esperar a saber cómo hacer las cosas antes de actuar no siempre funciona. A menudo hay que lanzarse y corregir en vuelo como parte del aprendizaje. ¡Gracias por compartir tus reflexiones! Un abrazo compañera.

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