- ¿ Tienes claro cuál es el problema que vas a resolver a tu cliente? De entre todo aquello que haces y ofreces ¿qué es lo que tu cliente o usuario necesita para su éxito?
- ¿Tienes idea de quién más puede necesitar aquello que ofreces, además de tus clientes o usuarios actuales?
- Y finalmente, antes de negociar una venta o acuerdo, ¿sueles averiguar cuánto vale tu talento en el mercado y cuánto estarían dispuestos a pagar por tus servicios o productos otros usuarios o clientes?
Estas tres ‘simples’ preguntas parecen encajar a la perfección para cualquier emprendimiento. Sin embargo su autora, Liz Ryan, experta en recursos humanos y fundadora del Human Workplace, plantea este enfoque emprendedor para empleados de organizaciones, invitándoles a que tomen las riendas de su carrera profesional, como cualquier empresario.
En su texto, Liz afirma que hoy en día, todos somos emprendedores sin importar quién nos paga: trabajamos para nosotros mismos en cualquier caso. El profundo proceso de cambio que estamos viviendo en el entorno económico y social, el impacto de la tecnología en la forma de trabajar y producir, y el cambio de muchos paradigmas, han tenido un impacto tan fuerte sobre el trabajo asalariado que ya se puede considerar como un trabajo empresarial con un solo cliente.
Desarrollar el músculo de la resiliencia y la autoestima para aguantar las embestidas del mercado y de la suerte, conocer el valor de lo que ofrecemos y estar en constante formación para estar al día y poder competir en un mercado difícil… Todo esto no es sólo un ejercicio para emprendedores, sino una necesidad para sobrevivir en cualquier organización y entorno laboral.
Timothy Clark, autor de Tu modelo de negocio (Business Model You, un libro sobre cómo reinventar la propia carrera profesional, basado en el canvas de Alex Osterwalder y co-creado por una comunidad de casi 400 colaboradores, en la que tuve el placer de participar) insistía en esa misma idea en su blog donde hace pocas semanas escribía que ningún emprendedor puede permanecer fijo en una descripción de su trabajo. Una persona que emprende no puede quedar fija en una forma de actuar o entender su negocio, sino que debe necesariamente identificar constantemente cuáles son los aspectos distintivos que hacen que los clientes le elijan, y reorganizarse para centrar su esfuerzo en lo que de verdad aporta valor al cliente o usuario.
De igual manera, una persona que esté contratada y tenga un salario, deber entender el modelo de negocio de su organización, las diversas funciones que lo componen y definir bien su propia contribución, teniendo claro en qué medida está aportando valor a la organización. No importa en qué área funcional se centra su trabajo, ya que tanto si se ocupa de los empleados, de los clientes, de la innovación de producto o del área financiera, cualquiera que sea su rol en una organización, deberá poder contribuir teniendo claro de qué manera está generando valor, cómo lo genera, a quien lo entrega y cómo se alinea su aporte en la organización para que redunde en resultados beneficiosos. Por todo ello, Tim pone el acento en la importancia de entender el modelo de negocio personal, los aspectos distintivos de nuestra propuesta de valor.
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