Cuando te das cuenta de que estás en un estado de estancamiento y pagando un alto precio en oportunidades perdidas, es tiempo de que vuelvas a conectar con tus recursos para ejercer pleno autoliderazgo sobre tu vida.
- Caso 1. Estás trabajando a un proyecto que te apasiona y quieres que salga bien. El tema es que no acabas de despegar. Te cuesta poner en acción tus planes, dudas a la hora de tomar decisiones y sientes que estás perdiendo tiempo precioso, que el coste de oportunidad de tu postergar es muy alto.
- Caso 2. Estás en plena reinvención. Has dejado tu anterior trabajo, o bien has tenido un hijo, o bien has cambiado de país…. Te pierdes entre mil cosas, urgencias y necesidades, no logras ordenar tus días y vas avanzando de manera lenta y confusa.
- Caso 3. Día tras día vas cayendo en una cómoda rutina. Aplazas lo importante, te pierdes en acciones de poco valor, te justificas y al mismo tiempo sientes frustración por no saber priorizar. Este bloqueo a veces te da miedo, sin embargo, allí sigues sin moverte.
Podría haber un caso nº 4, 5, 6 y más. Las circunstancias específicas son lo de menos, porque la causa de estas dificultades es más bien un estado interno. Sabes que tienes la capacidad necesaria para hacer, y por ello puedes aguantar la frustración de la indefinición: “es algo temporal, sé lo que quiero.” Sin embargo, si sigues sin hacer nada, nada se mueve. Estás en una incómoda comodidad y te estremeces al reconocer que allí podrías estar mucho tiempo, en pleno atasco.
Rápido, necesito moverme ya.
Los humanos somos así, podemos aguantar mucho tiempo antes de tomar la decisión que sabemos necesaria. La cuestión es que cuanto más postergamos, más difícil se hace decidir y más costosa la percepción de la supuesta pérdida que nos causaría una mala decisión.
Puedes sortear la trampa y acelerar la puesta en acción ejerciendo el autoliderazgo.
Autoliderazgo significa que tienes conciencia de tus necesidades y reconoces qué es lo que quieres lograr como ser humano en los diversos aspectos de la vida: personal, familiar, profesional…
Si has perdido el contacto contigo y quieres volver a recuperarlo, empieza con prestar atención a unos pocos ingredientes fundamentales y así podrás ir amalgamando miedos y expectativas, frenos y empujes, hasta integrar todas tus necesidades en un movimiento útil hacia adelante.
Empecemos con el primer y principal ingrediente: tú.
- Tú
Tu capacidad de concebir el futuro y vislumbrar opciones es enorme pero parece que en este momento tu concreción se ha ido de vacaciones. Vas flotando en las nubes de las posibilidades y te regocijas en las muchas opciones e ideas que tienes, pero cuando vuelves al mundo real sientes todo el peso de la incertidumbre y no te permites ningún avance.
“Esto no debería estar pasando…” Si has pensado o dicho algo así, te invito a que prestes atención a tu discurso interior. ¿Cuántas veces tus frases no tienen un sujeto activo y dejan en el aire la responsabilidad de llevar a cabo o resolver lo que afirmas en la frase? ¿Cuántas veces cedes a la tentación de echarte a un lado y mirar los eventos como si no tuvieran que ver contigo?
Tus creencias dan forma a tu lenguaje verbal y corporal y son el motor de tus acciones, o bien las bloquean. La narrativa que te repites una y otra vez (no me gusta vender, no me reconocen lo que valgo, me cuesta hablar en público, no me gusta hacer networking, no valgo para esto…) se manifiesta de muchas maneras, en la expresión de tu cara, en las palabras que eliges para dirigirte a otras personas y como no, en las acciones que tomas o dejas de tomar.
Presta atención a esto que te dices día tras día, una narrativa casi siempre automática, y también pregúntate con sinceridad qué compromiso tienes para re-encontrarte y cultivarte como persona. ¿Estás por la labor al cien por cien? Esto es el autoliderazgo.
Te propongo un simple ejercicio: escribe en un papel la lista de valores a los que no quieres renunciar bajo ningún concepto. Cuando tengas tu lista, elige cinco valores prioritarios y reflexiona sobre qué escenario deseas crear para que estos valores sean una realidad en tu vida. Cuando tengas esto claro en la mente, escribe una frase corta que exprese las cualidades más importantes para ti. Podría ser algo tan sencillo como. «Emprendedora Credible, Respetada e Innovadora» o «Atrevido Restaurador para Paladares Creativos».
Escribe la frase, ponla en algún lugar visible cada día, memorizala y tenla como referencia cada vez que tu mente intenta volver a ese viejo camino que te perjudica. Asume el liderazgo (en este caso, el autoliderazgo) de tu discurso interno. Acude a la frase que resume tus valores y mejores escenarios y úsala con la misma entrega de alguien que bebe agua cuando tiene sed. Al ir recorriendo el nuevo sendero, tu viejo discurso interior se irá apagando sin mucha resistencia.
En la segunda parte de esta entrada iré hablando de los demás ingredientes del autoliderazgo.
Si te interesa saber cómo salir de un estado de estancamiento, escríbeme y solicita una sesión estratégica gratuita de activación de recursos internos.