Cómo generar decisiones de valor

Cómo generar decisiones de valor

Tomar decisiones suele ser un proceso delicado. Tanto si tienes propensión para tomar decisiones rápidamente como si necesitas tomarte tu tiempo, la calidad de las decisiones que engendramos y sus consecuencias suelen ser una incógnita. Sin embargo, parece que decidimos mejor cuando cuidamos. ¿Por qué?

Lo que entendemos aquí con el concepto de cuidar (care en inglés), tener atención, importar, no tiene nada que ver con algo sensiblero, afectivo o romántico. Más bien se trata de que si conectamos con nuestra esencia humana, tenemos acceso a muchos más recursos y esto abre la puerta a comprender mejor al otro y a la circunstancia, y también comprender las diversas opciones, y acceder a la intuición que nos da información más sutil.

Por qué es esto importante para los individuos y también para el mundo empresarial y de las organizaciones?

Ya hay muchos estudios que proponen medidas alternativas de valoración de una empresa, que toman en consideración factores que van más allá de su balance, por ejemplo su capital intelectual y humano. También existen medidas para conocer la prosperidad de una nación en alternativa al Producto Interior Bruto (PIB), por ejemplo el Legatum Prosperity Index que mide factores como la educación el bienestar o la calidad de vida de la población.

La entrevista
En esta entrevista, la doctora Kristine Marin Kawamura, consultora, emprendedora, educadora, autora y coach, afirma entre otras cosas que el concepto de “care” (cuidado) propone una alternativa a la relación de poder y dominación que pasa por la colaboración. Además, el cuidado es un motor que nos impulsa hacia realizar nuestro propósito: «lo opuesto del cuidado es la apatía», dice Kristine.

Mira aquí la entrevista.

 

Cuando conectamos con el aprecio, algo cambia en la forma en que se desarrolla nuestro pensamiento y nuestras acciones.
Para decirlo de otra forma, la probabilidad de que nuestras decisiones racionales nos permitan efectivamente avanzar hacia lo que deseamos, es más bien baja. Hasta en los casos en que la decisión se apoya en datos supuestamente objetivos, no hay certeza respecto a que podamos efectivamente alcanzar los resultados esperados.

Vivimos en un mundo altamente incierto, volátil y complejo. Por ello, la calidad de las decisiones que tomamos depende en gran medida de que podamos acceder a un pensamiento que no es reactivo (es decir, evitar que el sistema nervioso simpático domine nuestras acciones) y esto es posible cuando “pasamos por el corazón”.

Los valores en las decisiones

Cuando en tu día a día mantienes constante referencia a algo que para ti es importante en la escala de los intereses, algo que es más que una convicción, algo que te está dirigiendo hacia lo que consideras un estado deseable de la vida, estás conectando con tus valores fundamentales. Estos valores guían tu comportamiento, y sientes estrés cuando no puedes actuar en congruencia con ellos, cuando no hay alineamiento entre lo que para ti es importante y lo que decides, o debes hacer.
Pero cuando esta referencia a tus valores es clara, tus decisiones también se aclaran. En ambientes o circunstancias altamente competitivas, ambiguas, complejas y además donde hay un alto grado de incertidumbre, acceder a todos los recursos emocionales, cerebrales y relacionales es sin duda una ventaja competitiva.
Muchas de las empresas en las que Kristine implementó planes para desarrollar, entrenar y enseñar el cuidado, experimentaron un incremento de hasta el 65% en la productividad de las ventas, una medida que combina ingresos, beneficios y cuota de mercado.
Seguiré hablando de decisiones. Si te ha gustado esta entrevista dale “me gusta” y compártelo, y si tienes comentarios, envíalos.